7 de enero de 2007

Estados de ánimo

Hoy viniendo por la autopista con el coche de pasar el fin de semana de reyes con mi familia en el pueblo, he experimentado casualmente algo muy agradable durante un largo rato.

Se trata de la euforia, esa sensación de bienestar que a veces surge de un modo inesperado y nos controla por momentos, adueñándose de nosotros y haciendo a veces que hagamos cosas no muy ortodoxas.

En mi caso concreto de hoy, sin ningún motivo, creo, y gracias a la música del radio CD, por un disco que hacía mucho tiempo que no escuchaba y del cual me sabía todas las canciones, me he puesto a cantar repentinamente de un modo desinhibido y sin complejos con un volumen considerable y sin miedo de ser reprimido por el desafinar de mis cuerdas vocales, solo pensando en cosas positivas y felices, mientras conducía solo y sin nadie cerca, de noche y a un destino ya conocido, mi casa.

Es curioso, porque repito, creo, que no hay nada en especial que me haya hecho vivir esos momentos tan placenteros de positivismo mental y optimismo absoluto, no he mejorado nada especial últimamente, ni con loterías, ni por un aumento de sueldo, ni en asuntos amorosos, tampoco es que las cosas sean mejor de lo normal, al menos consciente puedo decir que no se que me ha provocado este cambio.

Es por esto, que quería hablar de los cambios de estado, de los repentinos porque si, los sin adulterantes, ni provocados por agentes externos artificiales, los que se consiguen a propósito o los que ni si quiera son intencionados.

Forman parte de nosotros, de cada día, tan pronto podemos estar "normal" como contentos, como entristecernos, como nos puede invadir una sensación de nostalgia y añoranza, estos cambios no los tenemos muy en cuenta, pero modifican sensiblemente nuestro quehacer diario, la diferencia entre estar bien estar mal o estar muy bien es muy delgada y lo que lo provoca a veces es inexplicable, pero aún así creo que debo ser consciente de la diferencia y sus consecuencias para "aprovecharme" de ello en la medida de lo posible.

Cuando una persona entra en depresión y no puede salir, sabe que se lo ha provocado, normalmente, pero no sabe como salir, a veces ni con la ayuda de los expertos consiguen su objetivo, para salir de una depresión creo que la clave debe estar en cambiar la actitud del paciente y hacer que influya en si mismo y cambie el no por el si, que rebase esa fina linea diferenciatoria que cuando te encuentras en esa situación más que una línea se asemeja a un valle de anchura infinita, únicamente intentando cambiar la actitud, conseguiremos grandes avances.

Y sin llegar a puntos tan drásticos, en la cotidianeidad también somos influenciados por los cambios del estado de ánimo, cambiando nuestro rendimiento laboral, carácter, relaciones sociales y a nosotros mismos. El equilibrio en el día a día es lo más normal y recomendable si se pudiera elegir, claro.

Pero, en cambio, el poder disfrutar de pequeñas variaciones en medio de esta continuidad, tiene su gracia. Siempre que seamos capaces de controlar en medida esos estados, nos podemos permitir el lujo de pasar de uno a otro disfrutado de la variedad de sensaciones y efectos que nos brindan. Disfrutando un poco más de la vida, porque como dice una frase que leí recientemente. "La felicidad no es una meta, sino un camino", así que si podéis caminar felices, no esperéis a llegar a ningún sitio.



Definiciones usadas:

Estado de ánimo.
1. m. Disposición en que se encuentra alguien, causada por la alegría, la tristeza, el abatimiento, etc.

Euforia.
2. f. Sensación de bienestar, resultado de una perfecta salud o de la administración de medicamentos o drogas.
3. f. Estado de ánimo propenso al optimismo.